
"Scorpus tardó más de lo habitual
en reaccionar y nada más salir tuvo a seis carros por delante. Consiguió ver
como Rufus iba en cabeza, seguido muy de cerca por Eryx, quien fustigaba a sus
caballos para que aumentaran su velocidad. Miró atrás buscando a su compañero Barbatus y
le pareció ver la pechera verde en última posición, siguiendo muy de cerca a
dos carros del equipo Rojo. Corría muy pegado a la espina cuando volvió la
vista al frente y una nube de polvo se levantaba delante de él. Observó con
sorpresa uno de los carros del equipo Azul, volando por los aires a poca
distancia suya. Se vio obligado a maniobrar de forma arriesgada, desviándose
hacia el exterior de la misma curva, esquivándolo en el último suspiro.
El grito de los espectadores le
avisó de un nuevo naufragio, el
compañero de Eryx había hecho colisionar con la espina al carro que había ido
hasta aquel entonces en tercera posición. El líder de la carrera no estaba muy
lejos de él pero era incapaz de localizar a su víctima entre la nube polvo.
Continuó corriendo con un ojo en la arena y otro en los aurigas. «Lo tengo
delante.» se digo cuando sobrepasaba el carro destruido en medio de la arena.
El primer huevo ya estaba abajo
cuando Scorpus pasó por su lado. Al llegar de nuevo a la curva observó como
Rufus quien había perdido el liderato en favor de Eryx, luchaba por mantener la
tercera posición. Este al salir en paralelo con uno de los carros del equipo
Rojo no pudo evitar colisionar. El
auriga voló por los aires golpeándose violentamente contra el suelo. Scorpus
que corría directo hacía él, no pudo evitar arrollarlo, desestabilizándose. Cuando
pudo controlar de nuevo a las bestias se percató de que el público no estaba
mirando la carrera sino que estaba pendiente de la tribuna.
Dirigió su mirada hasta allí y
observó con horror como el emperador rodeado por completo era asesinado por un
grupo de senadores, surgiendo entre todos ellos pudo distinguir a Terencio,
quien subió hasta la tribuna presidencial y tras asestarle dos puñaladas en el
pecho, arrojó el cuerpo sin vida a la arena del circo. El cuerpo golpeó con dureza
en el suelo. La toga otrora blanca comenzaba a teñirse de rojo. El púbico ante
aquella situación comenzó a correr para poder escapar de allí, el caos se
apoderó del lugar tan rápido como habían muerto el emperador.
Scorpus observó como la carrera
se había detenido, parecía que todos los aurigas se habían percatado de lo
ocurrido y el pánico les invadía a ellos también. Miró a su alrededor y trató
de escapar por la entrada que utilizaban los esclavos para recoger los destrozos
de la arena situada no muy lejos de él. Por lo que cortó las rienda que lo
unían a sus caballos y corrió hasta una de las salidas. La puerta estaba
cerrada por el otro lado. Era el momento perfecto para huir, y no tendría otra
oportunidad como aquella. El emperador había muerto, y no era necesario acabar
con Eryx. Lo importante era salir de allí con vida. Estaba en el final de la
recta, lejos de la única salida de la arena, los carceres. Por lo que corrió hasta allí y cruzó el pasillo y subió
por las escaleras que daban acceso a las graderías, estas estaban casi vacías,
volvió la vista hacia la tribuna y observó con horror como Terencio era
vitoreado por sus iguales. Desde allí trató de buscar la salida al exterior del
recinto.
Entró en el vomitorio y se cruzó
con su compañero Barbatus. Estaba herido, sangraba por un profundo corte en el
abdomen.
—Scorpus —gimió nada más verlo.
—¿Qué te ha pasado? —quiso saber
mientras se acercaba a él y lo cogía por debajo del brazo.
—Han asesinado al emperador
—consiguió decir mientras se dejaba caer al suelo—, traté de huir y uno de los
soldados al verme me atacó...
—Saldrás de esta. Solo es un
corte —mintió intentando levantar a su compañero del suelo.
—¡No! —le paró Barbatus—. Soy un
lastre para ti. Yo ya estoy muerto.... Sálvate tú.
—No digas estupideces.
—Eres el único que puede
salvarse. Rufus ha muerto durante la carrera... Vi su cuerpo aplastado en la
arena.
Scorpus recordó el momento en que
sus caballos y él no pudieron esquivarlo. Sin darse cuenta Barbatus le había
arrebatado el puñal y se lo llevó al cuello sonriendo.
—El Hades me aguarda hermano —Fueron
sus últimas palabras antes de deslizar el filo del arma por su garganta.
«¿Por qué has hecho eso? Necio.»
Escuchó unos pasos acercándose a ellos. Se arrodilló ante Barbatus y le besó en
la frente al mismo tiempo que le cerraba los ojos. Los pasos estaban más cerca
cuando se levantó y corrió dejando atrás el cuerpo sin vida de su amigo allí.
Pero al doblar la esquina un soldado le frenaba el paso, lanzándole el pilum, nada más verlo, esquivándolo tras
dar una voltereta en el suelo. Con la agilidad de un gato y la fuerza de un
toro, se abalanzó sobre su agresor y le golpeó en la cabeza, dejándolo
inconsciente.
—¡Alto!—escuchó una voz detrás
suyo—. No irás muy lejos.
Se giró para ver quién era y
recibió un golpe en la cabeza que le hizo caer al suelo. Un hilo de sangre le
caía por la cara cuando entreabrió los ojos y observó como Eryx se le acercaba
con un puñal en la mano. Sin poder hacer nada para evitarlo volvió a recibir
otro golpe, esta vez con la empuñadura.
—Tú no vas a ningún sitio,
escoria —gruñó cogiéndole de pelo—. El senador Terencio quería que murieras en
el circo y así será.
—¿Acaso no has visto que han
matado al emperador? —dijo Scorpus—. No tenemos porque matarnos...
—Claro que lo sé. Nuestro pequeño juego era tan solo una estrategia para distraerlo.
—Suéltame —gimió Scorpus—. Déjame...
—Sin mediar palabra el puño de Eryx impacto directo en la sien haciéndole
tambalear.
—Voy a disfrutar matándote—dijo
levantándole del suelo y arrastrándolo de vuelta a la arena.
—¿Crees que Terencio no se
deshará de ti cuándo no te necesite? —consiguió decir mientras forcejeaba por
liberarse—. Eres otro esclavo más, no lo olvides...
El rostro de Eryx cambió de
semblante, observó como la duda recorría sus pensamientos, y Scorpus aprovechó
para golpearle y escapar. Dobló una esquina, atravesando una gran arcada, y
allí encontró la salida. La luz le cegó por completo por lo que se llevó las
manos a la cara y una vez en el exterior, saboreó la brisa de la libertad. «Por
fin, libre.» se dijo con los ojos cerrados disfrutando de esa sensación, hasta
que un sonido metálico le hizo descubrir la dura realidad. Abrió los ojos y se
encontró con un muro de soldados cerrándole el paso. No había forma de escapar
de ellos por lo que tuvo que detenerse y retroceder, pero Eryx espada en mano
salía del circo caminando hacia él.
Terencio, seguido por Quintus, se
abrieron paso entre los soldados. Colocándose a pocos pasos de Scorpus.
—Lo siento —se disculpó Quintus—.
No tuve elección.
—¿Por qué? —exclamó sorprendido.
—Teníamos que acabar con el
emperador —intervino Terencio—. Acaba con él —le ordenó a Eryx.
—Por favor Terencio —dijo Quintus
mientras se interponía entre ambos—. Recapacita...
—¡Cállate! —gritó furioso
Terencio—. Acaba con ambos. No quiero cabos sueltos...
Eryx con un movimiento rápido
hirió de muerte a Quintus, quién cayó de rodillas al suelo. Cogió el arma con
ambas manos y se acercó a Scorpus.
—Nos volveremos a encontrar en el
Hades... — musitó cerrando los ojos.
Espero vuestros comentarios con el veredicto final. ¡Nos leemos!
¡Gracias por leerme!
No hay comentarios:
Publicar un comentario