
Como habréis notado esta vez no he colgado un relato del "Taller", ya que seguimos de vacaciones. Por lo que he podido trabajar en otros ámbitos no tan habituales. Es un relato de corte erótico, así que puede haber salido cualquier cosa. Hace tiempo me pidieron una escena erótica en uno de mis escritos, escena que acabó siendo apta para todos los públicos... Así que desde aquel momento he tenido una espinita clavada, que he podido medio desquitarme con esto.
"Eran las tres de la mañana y no había nadie por la calle. Miró el móvil, nada, ningún mensaje ni llamada. No quería irse a casa, por lo que buscó entre sus contactos a alguien, que estuviera en línea. Abrió la agenda e investigó. «¡Bingo!» exclamó para sus adentros. Llamó por teléfono esperando que respondieran. Sonaron un par de tonos que se le hicieron eternos y cuando había perdido toda esperanza al fin descolgaron.
"Eran las tres de la mañana y no había nadie por la calle. Miró el móvil, nada, ningún mensaje ni llamada. No quería irse a casa, por lo que buscó entre sus contactos a alguien, que estuviera en línea. Abrió la agenda e investigó. «¡Bingo!» exclamó para sus adentros. Llamó por teléfono esperando que respondieran. Sonaron un par de tonos que se le hicieron eternos y cuando había perdido toda esperanza al fin descolgaron.
—¿Hola? —contestó una mujer en voz baja.
—Hola. ¿Qué tal?
—¿Qué haces despierto? —quiso
saber ella.
—Estaba por ahí y con la calor
que hace no quería irme a casa. ¿Y tú?
—Esperarte. Sé que es tu hora
preferida del día —exclamó para asombro de él quién rompió el silencio que
reinaba en la calle con una carcajada.
—Sí, claro... —contestó sin saber
que decir—. ¿Y qué hacías mientras me esperabas?
—Pues morirme de calor mientras
miraba la tele...
—Aquí en la calle cuando la brisa
corre se está fresco. ¿Te vienes a tomar algo?
—¿Tomar algo? Tendría que
vestirme, se está muy bien desnudita...
Esas palabras penetraron en su
cabeza, le bloquearon, le entrecortaron la respiración. «¿Desnuda?" se
dijo a sí mismo al tiempo que la palabra se le repetía una y otra vez en su
interior.
—¿Jack, sigues ahí? —le dijo ella
haciéndole volver a la realidad.
—Sí, sí. ¿En serio me lo dices?
—consiguió decir. Esta vez fue él quien escuchó una risa por el teléfono—. Eres
una bocas... No puedes ir diciéndome esas cosas y luego hacerte la loca —dijo
en un tono a medio camino entre el enfado y la suplica.
—No tengo porque mentir...
—¡Quiero pruebas! —exigió. De
nuevo volvió a escuchar otra risa que le hizo sentirse estafado. Un sonido del
teléfono le hizo mirar la pantalla. Había recibido un mensaje de ella— ¿Qué me
has enviado?
—Míralo —se limitó a decir.
Jack miró el mensaje y era una
foto. Una foto de sus piernas desnudas sobre la cama. «¿Está haciendo lo que yo
creo que hace?» Volvió a observar la foto, se veía muy oscura, pero se
perfilaban sus piernas sobre las sábanas blancas. «¿Quieres jugar? Pues
juguemos...»
—No se ve nada... —dijo Jack.
—¿Cómo que no se ve nada?
—contestó ella sorprendida por lo que acababa de oír.
—Lo que oyes...
Podrías llevar un
pantalón corto y no se vería...
—Hombre, estoy con la luz apagada
—contestó ella a la defensiva—. Si lo sé no te envío nada...
—No, no —respondió él—. Pensaba
que me ibas a pasar una foto de tus tetas —mintió—. Sabiendo lo orgullosa que
estas de ellas... Pensaba qué...
—Pensaba que preferirías verlas
en directo y no en foto... —se limitó a decir—. Te lo perdono porque realmente
no estoy desnuda... Llevo un tanga.
Jack que caminaba sin rumbo
aparente paró en seco y observó la calle. Trató de hacer memoria, recordando
donde vivía ella, sabía que no muy lejos. «Vamos Jack, con dos cojones...»
—No estoy muy lejos de tu casa...
—Ella guardó silencio—. Si no me estas vacilando podemos tomar algo en tu casa.
—No te atreves.
—¿Qué no? —contestó dolido—.
Vives cerca de la estación de trenes ¿verdad?
—Sí. ¿Recuerdas el piso? —dijo
con un tono de voz más acelerado.
—No... —dijo apenado. Volvió a
mirar la calle, se ubicó y comenzó a caminar—. En cinco minutos llego. ¿Qué
piso es?
—Segundo, tercera. ¿En serio que
vas a venir?
—¿Te estás rajando, Penélope?
—contestó con chulería.
—Para nada. Aquí te espero. Te
cuelgo que voy a recoger un poco la casa —dijo exaltada—. Un beso, hasta ahora.
Tras colgar Jack comenzó a
caminar con paso acelerado, sin dejar de mirar la foto que le había enviado.
«Vaya piernas..» pensaba cada vez que las observaba. Perdido en sus curvas, estuvo
a punto de cruzar la calle con el semáforo en rojo, pero el claxon de un coche
le sobresaltó evitándolo. Tras unos minutos, observó en la lejanía, la estación
y justo al lado, el bloque de Penélope, por lo que volvió a acelerar la marcha.
«Segundo, tercera.» se repitió mentalmente mientras esperaba en el paso de
cebra. Se percató desde allí, en una farmacia que había en el mismo edificio.
—Mierda... ¡Condones! —exclamó llevándose
la mano a la cartera tras verla.
La abrió y descubrió con horror
que no llevaba ninguno encima, sin esperar a qué el semáforo se pusiera en
verde, cruzó con cautela y corrió hasta allí. Estaba cerrada pero para alegría
de él, había en la entrada una máquina expendedora. «Menos mal...» Sacó un par
de monedas y las introdujo. Una cajetilla cayó por la ranura, la recogió como
si fuera su bien más preciado y acto seguido se acercó al portal. Llamó, y tras
unos segundos esperando, el sonido de la puerta abriéndose le sacó de sus sucios
pensamientos, la empujó y se encaminó al ascensor.
Al llegar a su destino y abrir la
puerta se encontró con Penélope, recibiéndolo desnuda a excepción de un tanga
color carne. Sus enormes pechos le miraban directamente a los ojos, las esbeltas y largas piernas que en sus
fantasías le rodeaban le esperaban bajo el umbral de la puerta. Ella con una
sonrisa de oreja a oreja le observaba con atención. Notó como el pene se le
endureció al momento.
—¡Ahora sí! —exclamó ella
percatándose de ello—. Espero que no te moleste que haya empezado a beber sin
ti —dijo enseñándole la copa de vino que sostenía en la mano—. Quería darte una
cálida bienvenida y necesitaba ayuda —concluyó riéndose tímidamente.
—Eres una calientapollas, lo
sabías ¿Verdad? —le recriminó él. Ambos estallaron en una sonora carcajada que
rápidamente tuvieron que silenciar. Se acercó a Penélope colocando la mano en
su cintura y le dio un beso en la mejilla, rozando sus labios.
—¿En la mejilla? —exclamó ella
burlona.
—Hay que ser educado...
—rió—. Además, si empezamos aquí no
llegaremos al dormitorio... —dijo haciéndola pasar al interior y cerrando la
puerta tras ellos.
Una vez en el interior ella le
acompañó hasta el comedor, en la mesa había una botella de vino y una copa
vacía. Jack la seguía cogido a su mano, observando el movimiento hipnótico de
su trasero. «Bonito tanga» pensó para sus adentros. Penélope le soltó la mano y
dejó su copa sobre la mesa para poder llenar la otra y ofrecérsela a su
invitado.
—Toma —le dijo acercándole la
copa y cogiendo la suya con la otra mano.
—Gracias —contestó alzándola para
brindar con ella—. Salud. Por nosotros.
—Por nosotros —dijo apoyando la
copa en la mesa—. Ya sabes, quién no apoya no folla...
Jack la miró con incredulidad y
sin apoyar se bebió todo el contenido de un trago, soltado un suspiro tras
ello.
—A ver si es verdad... —dijo burlón
dejando la copa sobre la mesa mientras reía para sus adentros. Ella sin
apartarle la mirada hizo lo propio con su copa.
—¿Te enseño el piso? —pregunto
ella con inocencia.
—¿Todo el piso? Yo pensaba que
solo me querías enseñar el dormitorio...
Jack no supo si a él, el vino
comenzaba a hacerle efecto, pero vio como Penélope estaba cada vez más roja. La
observó sin decir nada y ella comenzó a morderse el labio y se tapó los pechos
con las manos.
—No tengas vergüenza —le dijo él
cogiéndole las manos y poniéndoselas detrás de su nuca— Tienes un cuerpo
espectacular.
Penélope se acercó a sus labios y
los besó. Fue un beso cálido y húmedo. Jack la cogió en brazos y la elevó, obligándole
a que le rodeada con sus piernas. Caminó hasta el sofá y se sentó con ella
encima suyo. Sus manos fueron directas a la camiseta y con un rápido gesto la
lanzó al suelo. Penélope le besó el cuello mientras disfrutaba de las caricias que
recibía en los pechos.
—¿Te gusta? —preguntó obteniendo un
gemido como aprobación.
Penélope comenzó a notar el
efecto de vino en su cuerpo, por lo que decidió bajar la mano hasta la
entrepierna de Jack. Le desabrochó el botón y con lentitud le bajó los
pantalones dejándolo en ropa interior.
—Ahora estamos en igualdad de
condiciones —dijo ella mientras le acariciaba el pene por encima de la ropa.
Jack permaneció inmóvil,
observando atónito sus movimientos. Una de sus manos se elevó hasta sus pechos,
pero ella lo paró.
—Aquí mando yo —le cortó
Penélope. Le cogió de la mano y lo levantó del sofá—. Ven aquí. Quiero que
estés cómodo...
Jack obedeció y la siguió muy de
cerca. Lo guió hasta el dormitorio y lo lanzó con un empujón sobre la cama.
—Quítatelo —le ordeno señalándole
el bóxer. Y tan rápido como su manos se
lo permitieron, se lo quitó.
Se abalanzó sobre él, dejando sus
pechos a escasos centímetros de su cara. Espero una reacción de él que no
llegó, así que tomó la iniciativa de nuevo. Con la mano derecha comenzó a
masturbarle sin quitarle la mirada de encima, observando con atención su
reacción. Jack se mordió el labio, notaba la mano fría, pero un calentón
recorría todo su cuerpo haciéndole erizar el bello. Se acercó a uno de los
pechos y comenzó a lamerle el pezón, mientras rozaba el otro con la yema de los
dedos.
Penélope gemía de placer cuando
se agachó y comenzó a hacerle una felación. Jack que no pudo hacer otra cosa
que disfrutar de ello, la miraba con lujuria, esperando que ella le mirara
mientras se la chupaba. La cara de Jack reflejaba el placer que sentía, los
ojos en blanco y la respiración entrecortada la excitaban cada vez más.
—No te vayas a correr todavía,
campeón —dijo ella. Al no obtener respuesta paró y se acercó a su oído—. ¿Acaso
no me la quieres meter?
—Claro que sí —la cogió en brazos
y la tumbó en la cama, colocándose sobre ella—, pero primero...—comenzó
diciendo mientras le quitaba el tanga con la boca—. Quiero saborearte.
Un gemido seco le indicó que el
movimiento de su lengua era el correcto. Ella movida por el placer, llevó sus
dos manos a la cabeza de Jack siguiendo el movimiento de este. «Caliente y
mojado» se dijo mientras lo acariciaba con el dedo.
Escuchó otro gemido de Penélope,
esta vez más sonoro, cuando lo introdujo en su interior. El primer orgasmo de
ella no tardó en llegar.
—Me corro... Me corro... —dijo a
duras penas—. ¡No pares! —La sola idea de que se correría en su boca le excitó
todavía más.
Penélope comenzó a gritar de
placer, olvidándose de la hora que era. Jack tuvo que hacerle un gesto para que
se tapar la boca con ambas manos, ahogando el gemido.
—Métemela, Jack, métemela —dijo
tras correrse y recobrar el aliento.
—¿Y si no quiero? —le contestó él
acariciando con la punta del pene su clítoris.
—¡Métemela! ¡Métemela joder!
—gritó ella.
Jack introdujo la punta con
suavidad, mientras con la mano acariciaba el clítoris. Ella con movimientos de
cadera intentaba que le penetrara más profundamente, sin éxito.
—No, no —dijo forcejeando con
ella—. Ahora mando yo. Voy a ir muy despacio.
Para alegría de Penélope con cada
envite la penetraba más, sintiéndola dentro suyo, lo que provocó que volviera a
gritar.
—Baja la voz —le pidió Jack sin
parar.
—Me da igual que me oigan los
vecinos... —consiguió decir entre gemidos—. Esta muy dura me encanta, no
pares...
—Tengo que parar no tengo el
condón puesto —dijo de pronto parándose en seco.
—Sigue, sigue —gimió ella—. Estoy
a punto de volver a correrme...
—Y yo también, joder...
—consiguió decir Jack entre gemido y gemido.
—¡Córrete encima mío, pero no
pares! —le pidió para alegría de Jack quien volvió a penetrarla—. ¡Me corro!
—Estoy a punto Penélope... —gimió
él.
Jack tras unas cuantas
penetraciones tuvo que sacarla a toda prisa, eyaculando sobre sus pechos
mientras Penélope gritaba y gemía alocadamente. Una vez volvió a respirar con
normalidad, se acercó al pene erecto y comenzó a lamerlo de nuevo.
—Para, para. Esta
delicada...—dijo Jack apartándole el pelo de la cara—. Suavecito...—pidió al
ver que no le hacía caso."
¡Gracias por leerme!
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