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miércoles, 25 de febrero de 2015

Relatos: Cuestionario

—¿Querías verme, jefe? —quiso saber Hooker.

—Sí, hoy toca hacerte el cuestionario.

—¿En serio? —reprochó malhumorado.

—¿No te lo han dicho? —pregunté sorprendido.

—Puede ser... Pero si tengo que escuchar todo lo que me dicen a lo largo del día acabaría con la cabeza como un bombo —se quejó mientras caminaba por el despacho desganado—. ¿Es necesario? Tengo muchas cosas que hacer...

—Sí. Eres uno de los que más gancho tiene y tenemos que fijar un par de cosillas sobre tu persona —expliqué señalándole la silla para que tomara asiento.

—Prefiero estar de pie, no me gusta estar sentado sin hacer nada...

—Bien —dije anotando lo que acababa de decir en una ficha con su nombre—. Si lo prefieres podemos charlar sin más y ver a dónde nos lleva todo esto —sugerí.

—Me da lo mismo, pero que sea rápido... —dijo acercándose a una de las estanterías—. ¿El Quijote? Estoy convencido de que no te lo has leído —espetó con malicia—. ¡Es más! Estoy seguro de que ni siquiera tienes el libro en realidad....

En el momento en que dirigí la mirada al libro éste desapareció de las manos de Hooker sin dejar rastro.

—¡Lo sabía! —gritó entre carcajadas.

Fruncí el ceño y me levanté de la silla.

—¿Quieres hacer el favor de sentarte y estarte quieto? —espeté molesto.

—Y si no, ¿qué? —contestó amenazante acercándose a mí, esbozando una sonrisa malévola.

—¿Tengo que recordarte que tu capacidad de matar e intimidar ha salido de aquí? —dije señalándome la cabeza—. Si mal no recuerdo la historia en la que estás trabajando todavía no ha terminado. No me obligues a que acabe mal para ti —amenacé al tiempo que me sentaba.

—¿Matarme? ¡Ja! —Rió sentándose también—. No serías capaz, me adoras. Por eso estoy aquí y no esos gilipollas de John y Robert...

—¿Y por eso te has sentado? Porque estas muy seguro de tus palabras ¿no? —Hooker gruño y apretó los puños—. Lo siento. Sé que esto te incomoda, pero es la única forma que tengo para hacer que me escuches y me hagas caso...

—¿Vas a empezar o te vas a quedar todo el rato diciendo tonterías? —dijo molesto.

Me levanté y me dirigí al mueble bar.

—Una de las cosas que más me gusta de estas charlas, es las situaciones tan curiosas que vivo con vosotros —hablé esbozando una sonrisa.

El repentino tono afable sorprendió a Hooker.

—¿Un whisky? —le ofrecí acercándole una copa.

Éste tras dudar unos segundos alargó el brazo y la cogió.

—Eres un tio inteligente Hooker. Sabes dónde están los limites. Por eso te has sentado. ¿Verdad? —dije mientras volvía al escritorio.

—Salud —musitó haciendo caso omiso de mis palabras.

—Salud —Brindé con él—. Aún así, eres muy testarudo... Deberías de saber que todo lo que tú sabes, yo también lo sé —expliqué con voz firme—. Y nada de lo que hablemos hoy aquí, saldrá de este despacho.

Hooker se bebió el vaso de un trago y lo dejó sobre la mesa. Miró de reojo a la estantería y volvió la vista hacia mí.

—¿Empezamos, jefe?


Cuestionario: ¡Ponle nota!

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