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miércoles, 18 de febrero de 2015

Relatos: Preguntas

—¡Adelante! —hablé tras escuchar como llamaban a la puerta.

—Buenas días —saludó Kim asomando la cabeza—. ¿Querías verme?

—¡Aquí estás! —espeté al verla—. Pasa, pasa, no te quedes ahí. 

Kim entró y con un gesto tímido me estrechó la mano.
—¿Todo bien? —quise saber.

—Sí, sí. Muy bien —dijo con una sonrisa de oreja a oreja—. Volvemos a tener trabajo después del parón que tuvimos a principios de año...

—¡Magnífico! —celebré al tiempo que le ofrecía asiento—. ¿Quieres algo de beber? ¿Un refresco? ¿Un zumo?

—No, gracias.

—También tengo bebidas más fuerte, si lo prefieres —sugerí con picardía.

—No, no —contestó apartándose el pelo de la frente—. Tengo que volver al trabajo más tarde.

—¿Ni siquiera un vaso de agua? —Ante su negativa, me acerqué al mueble bar y cogí un vaso ancho—. ¿Te importa que me sirva algo mientras charlamos?

—Por supuesto que no, faltaría más...

Me serví un whisky con hielo, caminé hasta el escritorio y me senté en la silla.

—Bien... —dije llevándome el vaso a los labios— ¿te han comentado porque quería verte?

—Me han dicho que querías hacerme un par de preguntas, pero poca cosa más...

—Exacto. Te cuento —expliqué dejando el vaso sobre la mesa, mientras ella guardaba silencio—. El otro día mientras leía un blog me topé con un texto muy curioso. Hablaba sobre los personajes literarios... Qué hacer para conocerlos mejor. Y encontré esto —dije entregándole una dosier que tenía preparado sobre la mesa.

—Cien preguntas que un escritor debe hacer a sus personajes... —leyó en voz alta.

—Sí. Me pareció divertido y me dije: "¿por qué no?" —dije entre risas—. Está claro que no voy a hacerte el cuestionario entero pero me gustaría hacerte un par de preguntas. ¿Qué te parece?

Kim no contestó, estaba ojeando alguna de las preguntas y parecía ignorarme.

—Si lo prefieres, llévatelo. Nos reuniremos otro día y lo hablamos con más calma —agregué.

—¿Eh? —dijo como despertando de una ensoñación— No, no, tranquilo. Toma —añadió devolviéndome el dosier—. De la misma forma que te servirá a ti para conocerme, me servirá a mi —dijo guiñándome un ojo.

—Cierto, cierto —asentí—. De acuerdo. Pero una última cosa antes de empezar. ¿Estás segura de que no quieres nada para beber? —invité por última vez.

—¡Qué leñes! —exclamó—. ¿Qué tienes?


Preguntas: ¡Ponle nota!

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