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miércoles, 19 de octubre de 2016

Challenge Me!: Con estilo propio

—Hola, ¿qué vas a querer?

—Lo de siempre —contestó Jack con una sonrisa, sentándose en el taburete.

Jack observó el bar y se encontró con las mismas caras de siempre. El hombre gordo que leía el periódico en la mesa de la esquina y no paraba de hurgarse la nariz, las dos amigas que reían mientras se fotografiaban, haciendo poses ridículas y el trío de chicos que pasaban la tarde contándose batallitas, cerveza tras cerveza.

Estos últimos, siempre le habían llamado la atención. Su aspecto y su actitud no iban muy acorde con ellos. El más alto fumaba sin dejar el cigarro en el cenicero y casi siempre llevaba una camiseta de Nirvana. Pese a su aparente juventud, comenzaba a verse en su parca melena, una incipiente calvicie y unas buenas entradas.

El más bajo parecía tener doble personalidad. Lo había visto algunos días con una excitación desmedida y otras veces su parsimonia, era la mofa del grupo. Siempre le acompañaba una vieja mochila que parecía haber estado a su lado desde tiempos remotos. 

Por último estaba el que parecía ser el más normal de los tres. Vestía con estilo propio y sus primeras canas le daban un aire interesante. Él tampoco estaba exento de excentricidades. Sus repentinas arengas y golpes en la mesa sobresaltaban a los presentes y a los camareros. Los tres rondaban la edad de Jack pero por azares de la vida no había entablado conversación con ellos en ninguna ocasión.

El camarero se acercó y dejo la botella de Magner’s y un vaso junto a él. Jack cogió la cartera, sacó un billete y se lo entregó al camarero quien sin decir nada se dirigió a la caja registradora para volver segundos más tarde con el cambio.

Jack llenó el vaso e hizo girar el taburete, dejando la barra a su espalda. No pudo evitar oír como el grupo de chicos discutían sobre una partida de juego de rol que tenían que empezar.

—Te digo que Paul tiene que ser master, tiene pinta de ser un cafre como jugador… —argumentaba el más bajo—. Además, ya sabes que se le da bien esto de crear historias.

—Seguimos siendo pocos, Tom —intervino el más alto, dejando escapar el humo por la nariz—, tendríamos que buscar a alguien más…

—Sí, tío. Necesitamos a una persona más. Con cuatro podemos comenzar algo guapo.

—¿Y a quién se lo decimos? —preguntó Tom encogiéndose de hombros.

Jack se levantó del taburete y se acercó a su mesa.

—No he podido evitar escuchar vuestra conversación —dijo saludando con la mano libre—. ¿No estaréis hablando de Dragones y Mazmorras, verdad?

Los tres se volvieron hacia él y lo miraron de abajo arriba. Tom frunció el ceño y miró a sus colegas.

—¿Por qué lo dices? ¿Te interesa?

—Bueno… —comenzó diciendo Jack—. Siempre he querido jugar a rol. No hablo de juegos de ordenador, sino de estos de fichas y dados…

—¡Pues has venido al lugar indicado! —exclamó levantándose de la silla y golpeando la mesa—. Encantado de conocerte, Jack. Me llamo Nate, y estos dos son: Tom y Robert.

—Hola.

—¿Qué hay? —dijo Tom estrechándole la mano y zarandeándola efusivamente.

—¿Puedo? —preguntó Jack señalando la silla libre que había en la mesa.

—Claro —habló Tom, apartando su mochila—, siéntate, hombre.

—¿De dónde sois? Os he visto un par de veces por aquí… —explicó Jack dejando la botella y el vaso sobre la mesa.

—Ahora que lo dices, tu cara me suena… —internvino Nate—. Frecuentas mucho este bar, ¿no es cierto?

—Vengo mucho, sí —confesó Jack—. Aunque sólo salgo para renovar la necesidad de estar solo.

Los cuatro estallaron en una carcajada sonora.

—Me caerás bien —espetó Tom—, lo presiento.

(Utilizar la cita de Lord Byron: “Sólo salgo para renovar la necesidad de estar solo.”)


Con estilo propio: ¡Ponle nota!

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