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miércoles, 12 de octubre de 2016

Relatos: El Trepa

(Continuación “García”)

—Check —anunció el Trepa dando unos golpecitos sobre la mesa, tras mirar sus cartas.

Por el rabillo del ojo, observó cómo un hombre con gabardina entraba en el local. Su aspecto y su forma de caminar captaron su atención. Lo siguió con la mirada y vio cómo se sentaba al final de la barra y con un gesto llamaba la atención del camarero. El Trepa se volvió hacia el hombre que tenía a su derecha. 

—Cuando Carlos le sirva la bebida ocupa mi lugar en la partida.

El hombre asintió y observó con atención al camarero. El Trepa se levantó sin hacer ruido y entró en la puerta que había a sus espaldas, entrando en los servicios. Una vez allí, caminó hasta el último retrete, observó el cartel de fuera de servicio que colgaba del picaporte e ignorándolo, abrió la puerta. En su interior se encontró con un armario de metal que ocupaba toda la pared.

Sacó una llave del bolsillo, la acercó al grueso candado que cerraba el armario y lo abrió. Escuchó un disparo procedente del salón cuando observaba el arsenal que tenía ante sus ojos. Cogió una Colt M1911 y la observó con una sonrisa en los labios, al tiempo que acariciaba el cañón. Al escuchar otro disparo dejó la pistola en su sitio y agarró una de las ametralladoras. Cerró la puerta con tranquilidad y salió del retrete. Se acercaba lentamente a la entrada cuando escuchó un tercer disparo, por lo que cargó el arma y apuntó hacia la puerta. Con una patada la abrió de par en par y contempló la escena.

En el suelo estaban dos de sus hombres, inertes. Los otros dos se escondían detrás de la mesa en la que minutos antes estaba sentado. Las cartas y las fichas estaban esparcidas por el suelo y la cerveza se mezclaba con la sangre que salía a borbotones de la garganta de uno de los caídos. Desvió la mirada hacia la barra y examinó al hombre de la gabardina, tenía agarrado a Carlos por el cuello, quien trataba inútilmente de escapar de su captor.

—¿Me buscabas a mí? —gritó el Trepa, apuntando hacia la barra.

—Ha llegado tu hora, malnacido…

—Suelta a Carlos y te daré una muerte rápida —anunció el Trepa disparando a las botellas que había sobre la barra—. No acostumbro a repetir las cosas…

El Trepa: ¡Ponle nota!

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