La idea que os propuse en la entrada anterior surgió cuando comencé a escribir este microrelato. Me pidieron hacer un texto en el que apareciera una jaula, un lazo y una persona de 72 años, lo metí todo en una batidora y he aquí el resultado.
"Habían pasado 50 años y aún se sentía como encerrado
en una jaula. Habían sido tan solo cinco años, cinco años en el infierno del
ejército. Librando una guerra que no tenía nada que ver con él. Su padre le había obligado a alistarse con tan solo 18
años, según decía para que se hiciera un hombre. Opinaba que había malgastado
su juventud con aquel grupo de amigos liberales, aficionados al teatro. Una carrera de artista era lo que realmente
deseaba, pero lo único que consiguió fue ver como todo eso desaparecía con su
marcha al ejército.
Los primeros meses fueron los más duros. Su mundo
idílico explotó como la metralla que se veía obligado a disparar. La dureza del
entrenamiento y la fuerte rivalidad le hicieron pensar en suicidarse más de una
vez, pero nunca fue capaz de reunir el valor suficiente. Tras esos meses
infernales, llegaron tiempos más tranquilos, había conseguido acostumbrar al
cuerpo y a la mente a la rígida y férrea disciplina militar.
Cuando faltaba poco para licenciarse, estalló una
guerra y sus sueños de regresar a casa se desvanecieron. Fue enviado al frente
y los días tranquilos empezaron a quedar muy lejos. Dormía poco, se levantaba
antes de que saliera el sol. Las jornadas del trabajo eran muy extensas y
monótonas, vigilar una zona, patrullar un territorio, limpiar las letrinas que
se intercalaban con alguna que otra práctica de tiro. Siempre se preguntaba cómo
sería disparar a alguien y dar en el blanco. Lo que no sabía era lo cerca que
estaba de averiguarlo. Una noche que estaba de guardia en el campamento, unos rebeldes
trataron de colarse en el interior y sonó la alarma por lo que se vio obligado
a correr tras ellos.
Su compañero de guardia Zack fue abatido por un
disparo directo en la sien. Antes de caer al suelo ya estaba muerto. Fue la
primera vez que veía morir a alguien, sintió como si le hubieran quitado un
pedazo de él. Con el arma en alto apuntando a la oscuridad corrió en busca de
cobertura, tal y como le habían enseñado, una vez allí, pidió refuerzos. Estos
no tardaron en llegar, y la situación se controló rápidamente, dieron muerte al
francotirador que había acabado con Zack, y los otros fueron capturados y
hechos prisioneros. Aquella noche no pudo dormir, veía la cara de Zack
perdiendo todo rastro de vida en una fracción de segundo mientras se desplomaba
al suelo cual muñeco de trapo.
A la mañana siguiente otro grupo de rebeldes se
dirigió a la base y comenzaron a lanzar cócteles molotov, mientras disparaban a
toda persona visible desde fuera. Él fue llamado para reprimir el ataque y fue
enviado a una de las torres, la misma desde donde la noche anterior había
salido la bala que impacto con Zack. Una vez arriba cogió un fusil
francotirador y cargó el arma. Sus órdenes eran claras, disparar a los
atacantes.
Había llegado el momento, tenía en el punto de mira a
uno de ellos, estaba preparando un explosivo, vio como debido a las prisas y a
la tensión del momento derramaba un poco de líquido por el suelo. Dudo en
apretar el gatillo y cuando quiso darse cuenta, el rebelde ya estaba corriendo
dirección a la torre de su derecha, lanzó el explosivo y cuando impacto una
gran bola de llamas y fuego la cubrió por completo, los gritos de sus hermanos
de armas llegaron hasta él, no pudo evitar sentir un ligero sentimiento de
culpa.
Volvió a buscar por su mirilla, oculto tras unos
escombros divisó a dos rebeldes, uno de ellos era menudo, como un niño, en su
brazo vestía un lazo que al parecer había sido de un color verde mohoso. Vio
como el más grande le hacía señas para que lanzara el explosivo a la torre
donde él se encontraba, miro otra vez al niño y descubrió con horror que en una
mano sujetaba un coctel molotov. Comenzó a correr dirección a la torre, volvió
a dudar y el niño se aproximaba con mucha velocidad, el terror volvió a
invadirle, incapaz de apretar el gatillo observaba como el pequeño rebelde se
aproximaba cada vez más, una fría gota de sudor le caía por la cara cuando sin
darse cuenta el dedo se le deslizó hasta el gatillo y disparó. El proyectil
impacto muy cerca del corazón, el niño paró la carrera al momento, se llevo una
mano a la herida, cayó de rodillas al suelo y se desplomó, el explosivo que
llevaba en la mano impacto con el suelo y lo envolvió en llamas. La contienda
duró un par de horas más. Pero la imagen de su primera muerte no pudo
quitársela de la cabeza. 50 años después, esa imagen le atormentaba día y
noche."
¡Podéis comentar y opinar, ya sea bueno o malo, pero sobretodo recordad que todavía estoy esperando a que me retéis!
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