Aquí os dejo el relato de este mes. No quiero excusarme ni nada pero cuando lo envié no estaba del todo convencido, pero como todos sabéis, o deberíais de saber, la suerte no existe y hacerme escribir con un protagonista que tenía que ser supersticioso hasta la médula pues me resulto un tanto complicado. Que en principio debería de ser genial, trabajar con cosas que se salgan de mi patrón habitual y tal, lo sé, pero no fue el caso. Pese a ello, de los comentarios que he recibido, me quedo con buen sabor de boca ya que las críticas son muy constructivas.
"La hoja permanecía completamente
en blanco. La mano de la joven escritora dibujaba círculos en el aire,
esperando la llegada de una idea. De hecho, ella esperaba una escena navideña,
es más, tenía un montón de ideas sobre la Navidad. Hacía días que no escribía nada,
el plazo de entrega para enviar el relato terminaba en dos días y la hoja aún
seguía en blanco. Cansada de no encontrar algo que le hiciera saltar la chispa
se levantó, salió de su estudio y cruzó el pequeño pasillo hasta llegar al
comedor. El gato negro dormía, como siempre, en su rincón del sofá. El Sol
comenzaba a ocultarse, por lo que la oscuridad luchaba por adentrarse en la
habitación.
Mientras se dirigía al armario el gato abrió un ojo al escucharla y volvió a cerrarlo, la cosa no iba con él. La escritora abrió la puerta del mueble, miró en su interior, sacó una pequeña caja metálica de bombones, y con la mano libre cogió un cenicero. Se ayudó con el codo para cerrar la puerta del armario. Se acercó al sofá y se sentó mientras el gato arqueaba las orejas.
Mientras se dirigía al armario el gato abrió un ojo al escucharla y volvió a cerrarlo, la cosa no iba con él. La escritora abrió la puerta del mueble, miró en su interior, sacó una pequeña caja metálica de bombones, y con la mano libre cogió un cenicero. Se ayudó con el codo para cerrar la puerta del armario. Se acercó al sofá y se sentó mientras el gato arqueaba las orejas.
Colocó el cenicero y la caja
metálica en la mesa, abrió la tapa y cogió un rudimentario pitillo. Se lo llevó
a la boca y lo prendió con un mechero. Inhalo un par de veces y el blanquecino
humo comenzó a expandirse por todo la habitación. Era el momento de darle un
respiro a la mente, para que descansara y volviese con más fuerza. Tras varias
caladas, comenzó a sentirse más relajada y tranquila.
Casi sin darse cuenta el gato
negro comenzó a caminar entre sus pies, un gato negro, pensó sin querer. ¿Por
qué traerán mala suerte los gatos? ¿Y romper un cristal? ¡O pasar por debajo de
una escalera! Se dijo a sí misma. Encendió el portátil que estaba
en la mesa y buscó en Google el origen de este tipo de supersticiones. La
búsqueda de estas palabras le llevó a Wikipedia, información de fácil y rápido
acceso. Dicha información hablaba de una supuesta relación entre gatos ya
fueran negros, grises o verdes y las brujas, motivo por el cual tenían esa mala
fama. Le llamó la atención la caza de brujas y abrió otra página en busca de
más información, en una de ellas, al abrirla le apareció un gigantesco candado
que le bloqueaba el acceso. Pagina bloqueada temporalmente, leyó para sus
adentros. La cerró y continuó buscando por otro tipo de páginas, leyendo todo
tipo de supersticiones, hasta que encontró a una en la que se remarcaba como un
día muy negro el 13 de Octubre del año 1307. Fue entonces cuando se percato de
la fecha en la que estaba. Volvió la vista al calendario que colgaba de la
pared, allí un gran número trece debajo de la palabra Viernes escrita la miraba
fijamente. Comenzó a preocuparse y por su cabeza solo pasaban aquellas cosas
que te suelen decir sobre la buena y la mala suerte. Escuchó un ruido y se
giró. Sin querer golpeó el cenicero que cayó al suelo. La suerte no existe se dijo
mentalmente, mientras recogía el cenicero y lo colocaba de nuevo en la mesa. Al
levantarse del sofá el mando cayó al suelo, pilas y tapa, cada una por un lado.
Se agachó para recoger ambas cosas mientras se volvía a repetir que la suerte
no existía.
Un voraz apetito comenzó a
invadirla, se dirigió a la cocina donde encontró unos pastelitos de chocolate,
ideal en estos casos. Tras acabar con un par de ellos, volvió al sofá y se
sentó, dejó caerse lentamente hasta quedar completamente tumbada, somnolienta. Allí
comenzó a soñar despierta. Soñó que había escrito el relato y lo había enviado,
un relato del cual ella estaba muy contenta y satisfecha, pero al levantarse, aún
dentro del sueño, resultaba no ser cierto, la hoja permanecía en blanco igual
que el día anterior, y ya solo le quedaba un día para terminar el relato, por
lo que tras maldecirse se sentaba en la silla y tras meditar un tiempo, comenzaba
por escribir el título.
Al
despertar a la mañana siguiente un leve dolor en las cervicales le recordó que
había pasado la noche durmiendo en la misma posición. Se masajeó la zona
afectada y se levantó, caminó hasta su estudio. Al sentarse y coger el
bolígrafo para comenzar a escribir vio como la hoja estaba escrita de margen a
margen con un título que rezaba “Escena nº13”"
Espero que no haya sido dura la lectura y os haya entretenido por lo menos. ¡Gracias por leerme!
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