
"El concierto había acabado, y
pese a que mucho del público ya se había marchado el local continuaba lleno.
Tom iba hablando con todo aquel que se cruzaba con él, era como una especie de
eminencia en el lugar, todo el mundo le conocía, y mantener ese estatus le
obligaba a pasarse las noches conversando con ellos. Nate por el contrario se
quedó con los demás, el botellón se había acabado pero seguían charlando en la
terraza. De vez en cuando, entraba para pedir alguna canción al DJ o alguna
birra, pero pasó la mayor parte del tiempo en el exterior.
Dúnia y él llevaban un buen rato jugando a los dardos cuando ella se le acercó para susurrarle algo al oído.
Dúnia y él llevaban un buen rato jugando a los dardos cuando ella se le acercó para susurrarle algo al oído.
—¿No estás con nadie verdad?
—No —contestó él.
—Guay. ¿Puedo pedirte un favor,
entonces? — preguntó ella tímidamente.
—Sí, claro.
—Te lo pido como amiga. ¿Eh? —hizo
una pausa mientras se colocaba el pelo detrás de la oreja— Hace mucho tiempo
que no me acuesto con nadie y me preguntaba si te importaría hacerlo conmigo.
—¿Cómo? —dijo sorprendido. «¿Qué
me la folle?»—. Espera, espera. ¿Me estás pidiendo como favor que me acueste
contigo? —dijo casi sin creerse lo que estaba diciendo.
—Sí. ¿Te parece raro? —dijo un
poco avergonzada.
—Hombre... Es la primera vez que
me piden este tipo de favores, un poco raro sí que es —comenzó diciendo cada
vez más nervioso—. Pero la idea no me desagrada, para que engañarnos —concluyo
dedicándole una sonrisa.
—¿Tienes condones? —preguntó ella
inmediatamente.
«¿Ahora? ¡Mierda!» no tenía
condones en la cartera. Pero había una máquina en los lavabos.
—No, pero ahora mismo los compro,
no te preocupes. Dame un minuto —dijo saliendo disparado dirección a los
servicios.
Al entrar, para alegría suya, se
encontró con el lavabo vació, sacó un par de monedas de la cartera y las
introdujo en la máquina. «Tengo que hablar con Paul». Su amigo había expresado
varias veces que le gustaba Dúnia, pero no sabía realmente hasta que punto. Y
ante aquella situación tenía que salir de dudas. Sí Paul no ponía pegas, era un
oportunidad única e irrepetible.
Salió del lavabo y fue en busca
de Dúnia, la encontró donde la había dejado, en la barra bebiéndose una
cerveza. Era una chica de un atractivo peculiar. La observó mientras se
acercaba con una sonrisa de oreja a oreja. «No entraba en mis planes pero...»
—Ya los tengo —le dijo dándose una palmadas en el bolsillo—.
Espera un segundo. Ahora vuelvo, voy avisar de que no me esperen.
Salió al exterior y una vez en la
terraza, buscó a su amigo. Lo encontró charlando con un par de chicas. Se
aproximó a ellos y le hizo señas para que se acercara a él.
—Oye tío. ¿Tú y Dúnia?
—¿Yo y Dúnia qué?
—¿No te gustaba? —preguntó ante
la atenta mirada de Paul.
—Sí. Bueno, me gustaba —contestó
arqueando las cejas—. Pero no tengo ninguna posibilidad con ella.
—¿Entonces no te importaría que
tuviera algo con ella? —dijo al fin quitándose el nudo que tenía en el
estomago.
—Supongo que no. Haced lo que
querías, a mí qué me dices —contestó extrañado.
—¿Seguro? —quiso saber.
—Seguro tío. ¿Qué pasa? —preguntó
intrigado Paul.
—Nada, nada. Ya te contaré
—concluyó y entró corriendo a toda prisa en el local."
Es un fragmento bastante breve, pero hacia tiempo que lo tenía un poco marginado y me apetecía compartirlo con vosotr@s. De hecho, revisándolo y publicándolo me han venido a la cabeza ideas para seguir escribiendo sobre Resburg. No dudéis en compartir conmigo vuestras opiniones, críticas o lo que queráis decir.
¡Gracias por leerme!
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