
"Cuando llegaron a la Sala Kuper el ambiente en el exterior era bueno. En los últimos días tanto el local como la terraza habían estado llenos. Tom, parar variar, nada más llegar, estaba dando gritos, llamando la atención a un grupo de colegas que bebía en el parque.
—Ya empieza... —le dijo molesto Nate.
—Me voy para dentro —dijo Jack haciendo caso omiso de
las palabras de su amigo.
De camino al interior se encontró
con varios conocidos. Estuvo hablando con Ernesto, y Silvia unos antiguos
compañeros de universidad, y tras hablar con ellos un rato Jack entró en el
local.
Se tropezó con sus amigos en la
barra hablando con la camarera. La mirada altiva y la sonrisa guasona de Rococó
le indicaron que no estaba pidiendo simplemente algo de beber. Robert al verlo
entrar le hizo señas para que se acercara hasta ellos.
—Voy a tener que irme con ellas,
ya... —escuchó decir a Robert mirando al grupo de chicas dónde se encontraba
Diana.
—¿Por qué? Qué se vengan ellas
aquí. Así me presentas a la rubia pecosa de allí —espetó Rococó.
—Si hombre... Llevamos poco
tiempo juntos como para empezar a pedirle este tipo de cosas... —se excusó
Robert bajo la atenta mirada de decepción de su amigo.
Jack dirigió la mirada hacia las
chicas y las observó unos segundos, Diana bailaba, pero nada más verlo se
acercó a él para saludarle, seguida por sus amigas. Cruzó la pista de baile alzando la copa y bailando
al son de la música sin importarle si golpeaba o empujaba a alguien.
—Hola Jack—grito ella para
hacerse oír.
—Ayer, salí por aquí y no te
vi—mintió Jack—. ¿Viniste?
—No. Ayer me quede en casa...
—contestó desviando la mirada—. Pero hoy toca... ¡Fiesta! —gritó mientras se giró
hacia sus amigas. Volviendo a cruzar la pista mezclándose con la multitud.
—Rococó —dijo al oído de su colega—.
Ayer cuando vinimos nos encontramos a Diana, borracha como una cuba, comiéndole
la boca a otro.
—¿Otra vez? —bufó al tiempo que
Jack asentía—. Pues se acabó, estoy
hasta los huevos —dijo volviéndose hacia Robert—. ¡Tío! Tu parienta es una puta
—le grito a escasos centímetros de la cara.
—¿Cómo? —dijo sorprendido.
—Qué tu novia le comió la boca a
otro tío ayer por la noche... —dijo señalando a Diana.
—¿Qué dices?
—Te lo hemos dicho un montón de
veces... No hay peor ciego que el que no quiere ver...
—¡Anda calla! —contestó molesto
Robert.
—Escúchame. Jack y yo te vamos a
demostrar que es cierto —dijo mirándole a los ojos—. Voy a ligármela esta
noche, y tú lo verás.
La cara de Robert era todo un
poema. Rococó era conocido por ser el don Juan del grupo, y la declaración de
intenciones que acababa de presenciar no auguraba nada bueno.
—¿Pero qué dices? Estás loco...
—dijo entrecortado mientras Rococó se marchaba hacia ella—. ¿Está de coña no?
—preguntó mirando de reojo a Jack quién encogió los hombros a modo de
respuesta.
—¿Qué hace Rococó con las rusas?
—preguntó Nate nada más llegar.
—Le hemos dicho
a Robert que ayer vimos a Diana con otro y no sé lo cree. Y Rococó a decidido
ligársela delante suyo… —contestó risueño—. Pero dudo que lo consiga estando él
aquí —prosiguió mirando a Robert quien presenciaba la escena con gesto serio.
—Sí, supongo... —suspiró y miró a
su amigo quién seguía con el rostro consternado y la mirada fija en Diana—.
¿Bueno, qué? ¿Un futbolín? —le dijo para tratar de distraerlo.
—Vale... —dijo Robert con
lentitud mientras se volvía hacia Nate—. ¡Pero pagas tú!
Jack observó cómo se marchaban y colocaban
una moneda para coger tanda. Esperó hasta cruzar una mirada con Nate para saber
cuánto rato estarían allí antes de empezar y éste no tardó en hacerlo. Alzó la
mano mostrando tres dedos, acompañado de un movimiento de cejas. «Tengo para un
rato» se maldijo Jack al verlo.
Observó la sala en busca de
alguien con quien conversar. Rococó charlaba con Diana y no había rastro de Tom
por ninguna parte. Se volteó y miró la barra, al final de esta se encontraba
Fred, el pinchadiscos del local, con los cascos puestos y bailando al ritmo de
la música por lo que se encaminó hacia él.
—¿Qué tal, Fred? —dijo tras darle
un toque en el hombro y ver que éste se giraba.
—Hola —contestó con una sonrisa
mientras le estrechaba la mano—. Bien, aquí liado como siempre...
—Hay gentecilla hoy. ¿No? —dijo mirando
alrededor.
—Sí, la verdad es que sí. Hoy no
cerramos hasta las siete, ya verás... —concluyó con frustración.
—De puta madre —espetó Jack—.
¡Una hora más de fiesta!
Fred suspiró, se colocó los
cascos y se volvió hacía la tabla de mezclas. «Que pringado soy...» se maldijo
Jack mientras le daba la espalda a Fred. Se quedó mirando como Nate y Robert
comenzaban la partida.
—¿Has venido con los demás?
—escuchó como Fred le preguntaba.
—Sí. Nate está en el futbolín.
—dijo señalándole—. Y Tom supongo que estará todavía por fuera.
—¿Paul no ha venido? Hace días
que no le veo...
—No. Lleva un par de semanas trabajando
hasta muy tarde y cuando sale, se va a dormir.
La canción estaba a punto de
acabar por lo que Fred tuvo que volver a la tabla de mezclas y poner otra
canción.
—Ponme lo de siempre —pidió
cuando éste se volvió a girar al poco rato.
El pinchadiscos miró a la barra y
con un gesto llamó la atención de su compañera.
—Un Jack Daniel's con Red Bull
—le dijo señalándole con el dedo a Jack—. En vaso ancho.
Al oír eso Jack le dirigió una
mirada y levantó el pulgar al tiempo que le guiñaba un ojo. Observó como la
camarera cogía un vaso, colocaba un par de hielos y caminaba hacia las
estanterías llenas de botellas. «Ahí está» le indicó mentalmente Jack mientras la
buscaba. Cuando la encontró, cubrió los hielos con el líquido oscuro y agarró
una lata de la nevera. La enorme equis que había en ella le obligó a hacer una
mueca. «Red Bull del chino...» La camarera se acercó a él y le entregó el vaso.
—Cinco —le indicó ella.
Jack saco la cartera y le entregó
un billete de veinte, por lo que tuvo que esperar a que volviera para regresar
con sus amigos. El olor entró con fuerza hasta llegar a los pulmones. Observó
como Rococó se acercaba a él.
—Esta tía es
una penca de cuidado...—dijo acompañando con un gesto afeminado de la mano—. Vamos fuera —imitó con una voz más aguda.
—¿En serio? —intervino
sorprendido Jack.
—Tengo que hacerlo delante de él,
y el muy gilipollas está jugando —comentó señalándole con la cabeza a Robert quién
estaba en mitad de la partida.
Cuando Jack se volvió de nuevo a él, le hizo un
gesto para que le siguiera. Caminando hasta el fondo de la sala.
Desde allí observó como Nate y
Robert continuaban jugando, volvió la vista al frente y se encontró a Diana y a
sus amigas jugando al billar. Mientras bebía observó la situación, y la escena
que montaban las chicas cada vez que tiraban. Se inclinaban sobre la mesa con
posturas y movimientos provocativos haciendo que todo el que estuviera por allí
no dejara de mirarlas. Diana mientras esperaba su turno tonteaba con un chico
cada vez y Rococó que se había deslizado hasta su lado le lanzaba miradas
constantemente.
Escuchó unas voces familiares
detrás suyo, se giró para dejar su vaso sobre la barra y vio a Nate y Robert
pidiendo bebida.
—Ya vuelve otra vez... —se quejó
Robert al ver como Rococó volvía a insinuársele a Diana.
—¿Tú qué crees? —preguntó Jack a
Nate.
—Depende. Sí Diana es tan guarra
como creo qué es no tendrá problema en comerle la boca delante de Robert, por
otro lado creo que Rococó no debería de llegar al extremo de permitírselo...
—contestó—. Pero le veo muy lanzado.
Cuando la partida terminó Rococó
se acercó a Diana y le susurró algo al oído mientras la rodeaba con los brazos.
«No me jodas...» se dijo a si mismo Jack al verlo.
—¡Jack! —gritó Robert al ver que
ella le abrazaba y continuaba con más susurros.
—Hay que decirle que aborte la
misión, Nate... —dijo Jack volviéndose hacia él. Por lo que ambos comenzaron
hacer gesto para que Rococó les viera.
—¡Aborta la misión! —gritó Nate
para hacerse escuchar por encima de la música.
—¡Pararlo! ¡Pararlo! —gritaba
Robert atónito sin moverse del sitio. Tras ver que nadie le hacía caso decidió
ir el mismo a poner fin a aquella situación, cuándo observó aterrado como los
labios de Diana conectaban con los de Rococó en un beso apasionado mientras se abrazaban
con lujuria."
Al final tendré que hacer una recopilación con las historias de Resburg, que sin darme cuenta estoy escribiendo un montón sobre ella.
¡Gracias por leerme!
No hay comentarios:
Publicar un comentario