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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Challenge Me!: Estrella fugaz

Cogió la botella de leche y bebió, con desgana, hasta terminársela. La dejó sobre la mesa y volvió a la silla. La noche era cálida y despejada, observaba un cielo repleto de estrellas a través de un telescopio de última tecnología. Sin dejar de mirar tanteó con la mano hasta dar con la caja de cigarrillos, con gran habilidad sacó uno del interior y se lo llevó a la boca. Mientras trataba de encendérselo observó como una estrella fugaz surcó el espacio momentáneamente.

—¡APARECED! —pidió a gritos tras parpadear sorprendido.

El eco producido espantó a algunos pájaros que aletearon alejándose de allí. Se levantó de la silla y miró al cielo eufórico.
—Apareced —musitó al tiempo que dejaba de sonreír.

Dio una patada al aire, enfadado consigo mismo, golpeando sin querer el telescopio y tirándolo al suelo. El sonido de un cristal rompiéndose le hizo contener la respiración. Se agachó a toda prisa y lo inspeccionó buscando algún desperfecto. 

Tras encontrarlo, y maldecirse, supo que aquella noche no podría trabajar más, por lo que a regañadientes decidió irse antes de lo habitual a la cama y así poder madrugar y repararlo.

A la mañana siguiente, se despertó con los primeros rayos de sol. Tenía que conducir hasta el pueblo y encontrar una tienda dónde tuvieran lentes o repuestos para telescopios, y la calidad del suyo seguramente dificultaría la empresa. Cargó el telescopio en la parte de atrás, sujetándolo bien, se subió al viejo todoterreno y descendió de la montaña a toda velocidad.

Al poco de entrar en la ciudad mientras conducía en busca de un lugar donde pudiera repararlo, se encontró con una tienda de fotos con un escaparate bastante ostentoso a la par que sencillo, por lo que decidió parar y preguntar. Aparcó justo delante y bajó del vehículo. La tienda pese a ser pequeña, tenía una gran variedad de productos. Cuando caminó por delante del escaparate observó los diferentes tipos de cámaras y telescopios que allí habían. Ninguno era de la calidad del suyo, pero por algo tenía que comenzar. Se fijo que en la esquina inferior, había un anuncio escrito en alfabeto cirílico. 

—¿Qué pone ahí? —preguntó intrigado señalando al cartel cuando entró.

—Un grupo de científicos rusos ha venido a la ciudad —explicó el vendedor—. Y están buscando gente que quiera trabajar con ellos — concluyó esbozando una sonrisa.

—¿Solo buscan a gente que hable y entienda el ruso?

—Eso parece. El que vino a dejar el cartel solo me habló en ruso... —contestó el vendedor—. No le entendí claro está, pero me pagó bien por colocar el cartel ahí... —Sonrió haciendo un gesto con la mano mientras se golpeaba el bolsillo. Al ver que su interlocutor fruncía el ceño y guardaba silencio, se aclaró la garganta—. ¿En qué puedo ayudarte?

—Ayer rompí una de las lentes de mi telescopio y tengo que repararlo cuanto antes.

—¿Qué tipo de telescopio es? —preguntó el vendedor colocándose las gafas.

—Lo tengo en el todoterreno. ¿Te lo enseño?

El vendedor asintió y ambos hombres salieron del establecimiento.

—¡Increíble! —exclamó emocionado el vendedor al verlo—. ¿Puedo preguntar de dónde lo has sacado?— quiso saber inspeccionándolo con atención.

—Tengo buenos amigos 

—¿Buenos amigos? —habló sorprendido.

—Sí. Buenos amigos... —contestó con sequedad.

No permitió que le preguntara más al respecto, acordaron que pasaría a recogerlo a primera hora de la tarde por lo que dejó el telescopio allí y se dirigió al mercado para hacerse con víveres. 

Después de pasar la mañana comprando fue a un pequeño restaurante cercano al mercado para comer. Cuando terminó se dirigió a la tienda y tras observar con suspicacia el cartel de nuevo, entró. Tras un breve intercambio de palabras y varias preguntas que no quiso responder, pagó por la reparación de la lente y se marchó. Se acercó al todoterreno y colocó con cuidado el telescopio en el asiento del copiloto, lo sujeto con el cinturón y cerró la puerta. Antes de arrancar, hecho un último vistazo a la tienda y se marchó de allí.

El camino se le hizo más largo de lo normal, las nubes ausentes toda la mañana comenzaban a agruparse amenazantes y una ligera brisa gélida se le comenzó a calar en los huesos. Cuando llegó a casa colocó la comida en el frigorífico, se dirigió al jardín y ajustó el telescopio. Cuando terminó y comprobó que funcionaba a la perfección se encaminó al lavabo y se tomó un baño caliente.

Había oscurecido cuando salió, también hacía más frío por lo que encendió la chimenea y se abrigó. Mientras la casa se calentaba se preparó algo para comer. Tras dudar, finalmente cenó una ensalada con tomates y zanahorias, acompañada de vino, para así entrar en calor lo antes posible. Cuando acabó, se levantó y se dirigió a la cocina, colocó los platos en el fregadero y agarró un par de melocotones y salió al jardín.

Frunció el ceño cuando se percató de que no se veía ninguna estrella, se acercó al telescopio y trató de encontrar alguna pero no lo consiguió. Volvió al interior y cogió una manta y la botella de vino. Se acomodó en la silla y esperó a que el cielo se despejara.

Ya comenzaba a dormirse cuando una fuerte explosión seguida de un destello en el cielo llamó su atención. Una luz brillante descendía a gran velocidad, se aproximó al telescopio y trató de visualizarla con él, pero lo único que consiguió fue ver un punto de luz muy resplandeciente.

—No puede ser... —exclamó al ver que la luz había caído en el bosque que había cerca de su casa con un gran estruendo.

Cogió la botella y le dio un último sorbo antes de salir corriendo, libreta y linterna en mano, hacía los árboles. Al entrar, un enorme banco de niebla que dificultaba la vista le sorprendió pero siguió avanzando hasta llegar a un pequeño claro con un enorme cráter humeante. Se aproximó al borde y observó expectante.

—Кто там? exclamó una voz desde abajo.

(alfabeto, zanahoria, suspicacia, melocotón e increíble. Continuación "Telescopio")

Estrella fugaz: ¡Ponle nota!

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