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miércoles, 17 de junio de 2015

Challenge Me!: El templo de los monos

—¿Y esa foto? —preguntó Marina—. ¿Qué edad tenías?

Jordi se volteó y se acercó a la chimenea.

—Pues, tendría unos diez años, quizás... —dijo cogiendo la fotografía—. Fue el primer viaje que hice con mis padres.

—¿Dónde es?

—En la India. De camino al templo de Galta.

Al ver el rostro de desconcierto de Marina, se sentó en el sofá y le pidió que le acompañara.

—Es un templo donde solo viven monos —comenzó explicando cuando se sentó junto a él—. Era una zona muy poco turística. Ahora, tal vez con el paso de los años, haya ganado atractivo, pero por aquel entonces la gente evitaba adentrarse tanto en la selva. 
—¿Fuisteis montados en elefantes hasta allí? Nunca me lo habías contado.

Jordi se llevó la mano a la nuca y esbozo una tímida sonrisa.

—Sí, bueno... —se excusó—. De lo que más me acuerdo es del templo, no del trayecto o de los elefantes.

—¿Alguna anécdota interesante? —quiso saber ella.

—¿Anécdota? —Marina asintió—. No me viene ninguna a la cabeza...

—¡Vaya! —protestó la chica—. ¿Quién es esta mujer? —dijo señalando a una joven con un vestido largo hasta los tobillos. Su rostro reflejaba el cansancio y la incomodidad del trayecto.

—Es la mujer de este de aquí —explicó indicando a un hombre con una pose muy señorial—. Era la duquesa de no sé qué lugar de Inglaterra, su familia comenzó a perder su fortuna, y se vio obligada a casarse con él. 

Marina se fijó en él.

—¿Es mucho mayor que ella verdad?

—Sí. Era veintidós años mayor que ella, si mal no recuerdo. Él había sido mariscal en la guerra y había conseguido mucha fama y dinero. Vamos, un matrimonio por conveniencia...

Marina observó la fotografía unos segundos e hizo una mueca.

—Tu madre era muy guapa de joven —espetó cambiando de tema—. Y tú eres una fotocopia de tu padre en esta foto —rió.

—La verdad es que sí. Espero no envejecer como él y sacar esa barriga que tiene... —añadió para risa de ambos.

Jordi se levantó, dejó la foto en la chimenea y miró a Marina.

—¿Recuerdas ya alguna anécdota o nos ponemos a estudiar para el examen de mañana? —quiso saber ella.

—¡Ahora sí! —exclamó ante la perspectiva de ponerse a estudiar—. Ya sabes que de pequeño era un trasto, ¿no? 

—¿Solo de pequeño? —se burló.

—Cuando era pequeño era mucho más de lo que puedo llegar a serlo ahora... —afirmó al tiempo que se acercaba al sofá y volvía a sentarse—. Cuando llegamos al templo de los monos, como le llamaba yo por aquel entonces, hacia mucho rato que tenía ganas de ir a mear. Así que en cuanto mi madre me bajó del elefante corrí templo adentro y busqué un sitio un poco escondido donde... bueno, ya sabes...

Marina frunció el ceño.

—Qué tonto eres... —espetó—. ¿Esa es la anécdota?

—¡No! —exclamó él—. Claro que no. 

Jordi dejó de sonreír y se puso serio.

—Por lo visto, fui a hacer mis necesidades en el mismo sitio en el que dormía el líder de los monos —explicó haciendo el gesto de entrecomillar la palabra líder—. Con tan mala pata que me vio, y él, junto con algunos monos más, me cogieron y arrastraron hasta una patio en el exterior.

Marina se llevó las manos a la boca.

—Cuando me vi rodeado de tantos monos, comencé a gritar, pero tanto mis padres como los guías, no tuvieron tiempo para reaccionar.

—¿Qué pasó después? 

—Cuando uno de los guías llegó a mi posición observó como los pequeños, pero fuertes monos, me alzaban del suelo y me llevaron hasta el patio —explicó imitando el sonido y gesto de los animales—. Por lo visto, el jefe mono quería retarme a una lucha por haber mancillado su lugar de reposo.

—¿En serio? —habló incrédula Marina. 

—¿Nunca te he enseñado la herida del cuello? El muy cabrón me mordió cuando estaba a punto de ganar la pelea...

—¡No digas tonterías Jordi!

—¿Tonterías? —espetó él—. Mira —dijo enseñándole el cuello—, toca, ya verás cómo se nota el agujero de los colmillos...

Marina, dubitativa, se acercó a Jordi. Miró con receló el cuello y tras no ver nada alargó la mano para tocar allí donde él le indicaba. Justo en el momento en le tocó el cuello Jordi gritó acercándose a ella mostrándole los dientes.

—¡Tú eres tonto! —gritó molesta, llevándose las manos al pecho y retrocediendo—. ¡Me has dado un susto de muerte! —añadió mientras respiraba profundamente.

—Eso te pasa por dejarte enredar —dijo entre risas—. ¿Cómo va a retarme un mono a una pelea? ¿Estamos locos?

Marina se levantó del sofá y se acercó a la mesa. Abrió el libro y cogió un lápiz.

—¿Qué? ¿Nos ponemos a estudiar o qué? —espetó con semblante serio al tiempo que dibujaba una sonrisa y se volvía para que él no la viera.

(Reglas: La historia debía de transcurrir en la India, que el protagonista fuera un niñ@ y que no hubiera ninguna muerte. También debía de aparecer la palabra: elefante)


El templo de los monos: ¡Ponle nota!

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