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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Relatos: Segundo acto

Mimí entró corriendo al camerino y se sentó en el sofá dándole la espalda a la puerta. Julián quien ensayaba frente al espejo, observó cómo Ramón entraba segundos después, cerrando la puerta con un portazo y mirándole con desprecio de reojo.

—¿Con éste? —espetó señalando a un sorprendido Julián. 

—Lo nuestro no funcionaba —contestó ella con lágrimas en los ojos—, ya lo habíamos hablado… 

—Te dije que iba a cambiar —recriminó él, cogiéndola por el brazo. 

—Suéltame —exclamó ella apartándose—, me haces daño. 

—¡Ramón! —intervino Julián—. La obra va a comenzar, será mejor que subas. Eres el primero en salir… 

Julián se volvió hacia él y le dedicó una mirada cargada de ira y odio contenida. 

—¡Tú y yo nos las veremos más tarde! —amenazó al tiempo que abría la puerta y se marchaba de allí, cerrando con otro portazo. 

—¿Estás bien Mimí? 

—Sí —respondió entre sollozos—, he tenido que decírselo. La angustia me devoraba por dentro. 

—¿Cinco minutos antes del estreno? —dijo arrodillándose a su lado—. Bueno, no pasa nada. Ya lidiaremos con ello al acabar —Sonrió. 

Mimí se secó las lágrimas y le abrazó. 

—¡Arriba! —exclamó al tiempo que se levantaba—. Límpiate esos lagrimones, vamos a darlo todo allí arriba. 

Mimí asintió y se acercó al espejo. Mientras ella se maquillaba de nuevo, Julián se despidió con un beso en la mejilla y se dirigió hacia el escenario. 

Estaba dándose los últimos retoques cuando escuchó el aplauso del público. Supo al instante que se debía a la entrada triunfal de Julián, lo que significaba que su entrada estaba cerca. 

*** 

Te has ganado al público de una manera espectacular, Mimí —felicitó Manuel a su compañera mientras se cambiaba la ropa. 

¡Gracias! —exclamó, saboreando la euforia que le había producido la conclusión del primer acto—. La verdad es que yo me he llevado el mérito, pero sin vosotros no lo hubiera logrado. 

—Tonterías —intervino Julián apareciendo tras el decorado—, cuando has pisado el escenario, se han rendido a tus pies. 

—Cierto —añadió Manuel—. Ahora hay que rematar la faena en el segundo acto y llegar al tercero con el público en el bolsillo. 

—¡Un minuto y volvemos! —gritó el director desde uno de los laterales, por lo que los actores se colocaron en sus respectivas posiciones. 

Ramón apareció justo en ese momento y miró a sus compañeros sin decir nada, aguantando la mirada hasta que el telón se abrió. La ropa de malhechor y el pañuelo tapándole la boca le daban un aspecto fiero. 

El público aplaudió y Julián salió al escenario. Se colocó bajo la ventana del decorado y llamó a su enamorada. Mimí tras escuchar la voz de su pretendiente apareció y miró hacia abajo. 

—¡Ni el más valiente saldría a la calle con esos alborotadores sueltos! —exclamó nada más verlo. 

—No tengo miedo de esa gentuza. Por tu amor bajaría al mismo infierno y mataría al Diablo —dijo hincando una rodilla en el suelo—. Bajad amada mía y dejadme rodearos con mis brazos. 

Mimí se adentró al interior del decorado apareciendo poco después por la puerta. Se reunió con Julián en el mismo instante en que Ramón y Manuel, caracterizados como bandoleros aparecieron por el lateral izquierdo. 

—¿Qué tenemos aquí? —intervino Manuel con malicia meciendo un garrote. 

—¡Alejaros! —gritó Julián interponiéndose entre su amada y ellos. 

La malvada risa de Ramón pilló desprevenido al público cuando este comenzó a acercarse a la pareja de enamorados. Julián dio un paso al frente pero Ramón lo empujó a un lado con tanta fuerza que cayó sobre el atrezo, derribándolo. Se acercó a Mimí quien se había dejado caer de rodillas al suelo y lanzó el garrote. 

—¿Qué haces? —le susurró ésta al verlo salirse del guion. 

—¡Muere! —gritó al tiempo que sacaba un cuchillo y se lo clavaba en el pecho, cogiéndola por sorpresa. 

El público lamentó el destino de la joven enamorada mientras Ramón lanzaba el arma y desaparecía por uno de los laterales. 

Julián se levantó corriendo y se acercó a Mimí quien sangraba y se revolvía de dolor en el suelo antes de quedarse inmóvil. Horrorizado se levantó entre lágrimas y miró desconcertado primero a Manuel y luego al público. 

—¡La ha matado! —gritó rompiendo a llorar—. ¡La ha matado! —El público ante aquella genialidad de interpretación aplaudió con furor. 

Manuel se agachó y se horrorizó al descubrir que la sangre era real y la herida mortal. Miró al director de la obra situado en el lateral y con un gesto le indicó que interrumpiera la obra. El telón tardó unos segundos en ocultar aquella barbarie y las luces se apagaron para desconcierto de los espectadores. 

—Ruego nos disculpen —anunció una voz por megafonía—. Hemos sufrido un contratiempo. Permanezcan en sus asientos. 

Julián lloraba sobre el aún caliente cuerpo de Mimí cuando los demás se percataron de lo ocurrido. 

—¿Por qué? ¿Por qué ha hecho esto Ramón? —masculló Manuel. 

Julián se levantó y salió corriendo por el mismo lado que lo había hecho Ramón. Bajó las escaleras y escudriño los camerinos en su búsqueda. El corazón le dio un vuelco cuando descubrió un mensaje escrito en el espejo de su camerino.

                              “La maté porque era mía . Y el siguiente serás tú .”




Segundo acto: ¡Ponle nota!

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